martes, 17 de febrero de 2015

Dionisio Alonso Curiel

Muchos conocemos las exigencias que supone llegar a formar parte del deporte de alto rendimiento. También las necesarias para mantenerse entre esa estirpe de personas privilegiadas que pueden codearse con lo más granado del deporte de tu país o del resto del universo deportivo. El atletismo es un deporte que nos gustaría que fuera más mediático, más seguido, tanto por el público en general como por los medios de comunicación, piezas fundamentales para conseguir mayor trascendencia. 

El atletismo es un deporte eminentemente individual, en el que, salvo excepciones según algunas pruebas o disciplinas, el atleta tiene que dar el 100% por sí mismo, por sí solo, para conseguir sus sueños, sus objetivos. Ahora bien, eso es lo que se ve en la pista, sobre el asfalto o en los crosses. Detrás de un atleta de élite suele haber, o debería haberlo, un equipo multidisciplinar detrás que le ayude a llegar y mantenerse en lo más alto sin morir en el intento. Médicos, psicólogos, fisioterapeutas, familiar, aficionados. Todos debemos formar un equipo. Y sí, me he olvidado de alguien en esa relación. No he mencionado al entrenador, pues el entrenador es la figura central de esta nueva entrada.  

El entrenador de atletas es una figura imprescindible, fundamental, para que podamos entrenar adecuadamente en el camino por conseguir las medallas, los récords, los premios que buscamos desde que decidimos que esto es lo nuestro. El entrenador debe ser una persona formada, tanto en la teoría como en la práctica, y capacitada para ser capaz de planificar y programas las sesiones de entrenamiento, los microciclos, los mesociclos, las temporadas. No puede y debe quedar nada al azar, y en esas tareas el entrenador es básico. Eso sí, normalmente su figura no queda en un mero transmisor de lo que el atleta debe entrenar, sino que también suele convertirse en un apoyo psicológico y mental fundamental, el que entiende los dolores y las penurias que ha de pasar el atleta para superar las cargas de entrenamiento en infinidad de circunstancias diversas. En muchos casos suele ser como uno más de la familia, como esa navaja suiza que es multiusos sin la que no somos capaces de salir a la puerta de la calle ...

En mi caso esa figura tiene un nombre y unos apellidos: Él es Dionisio Alonso Curiel. Por las manos de este hombre, por la agenda de este entrenador, han pasado algunos de los mejores atletas españoles de siempre. No es fácil encontrar entrenadores que hayan tenido el privilegio de preparar atletas internacionales y olímpicos. Y si estos atletas son de la talla de Jesús España y Alberto Juzdado, por ejemplo, casi sobran las palabras. Muy pocos deportistas (repito deportistas, no sólo atletas) de nuestro país pueden presumir de haber sido galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Alberto lo consiguió junto a todo el equipo de maratón que representó a España en el Campeonato del Mundo de Atenas 1997. Y qué decir de alguien como Jesús España, que es el santo y seña del fondo nacional desde hace más de diez años, uno de los pocos atletas que pueden presumir de haber vencido en una final a Mo Farah. Casi nada...


Preparando la planificación con Gaspar, mi marido

¿Os imagináis si Dioni fuera entrenador de fútbol? Oiríamos todos los días su nombre en las noticias, en la radio, en publicaciones deportivas ... Pero no, "sólo" es entrenador de atletas". Pensándolo bien, tal vez debería mencionarlo como formador de atletas, como formador de personas que crecen como deportistas, como atletas. Revisando la trayectoria de atletas como Alberto Juzdado, Jesús España, Antonio Silio (atleta argentino, que fue olímpico en Barcelona 92 y Atlanta 96, plusmarquista de su país en 5000, 10000, media maratón y maratón), Abdeslam Serrokh (plusmarquista de Marruecos de maratón en 1997), Francisco España, Sebastián Martos (campeón de Europa sub 23 de 3.000m. obstáculos en 2011), Juan A. Crespo ... podemos deducir que la gran mayoría de sus atletas se han formado, crecido y evolucionado con Dioni y gracias a Dioni. 

Yo me puse en sus manos en 2.009. Fue un año crucial porque supuso mi vuelta tras la operación. En mi caso no me formé con él, pero desde que comenzamos a trabajar juntos él ha sabido adaptar a la perfección las cargas de entrenamiento al hándicap que supone mi espalda desde hace años. Eso no es fácil para cualquier entrenador, pues muchos de ellos acaban desistiendo por culpa de un imponderable que limita mucho el rendimiento del atleta, tanto en los entrenos como en las competiciones. 

Dicen, o decimos, que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Yo soy optimismo y creo y quiero creer que así es y así será, sobre todo en el caso de Dionisio Alonso. Lo afirmo porque considero que es una persona que no ha recibido el reconocimiento que se merece por parte de la comunidad, ni por la deportiva en general ni por la atlética en particular. Independientemente de ello, quiero aprovechar estas líneas para que todo aquél que las lea tome conciencia de todo lo que es Dioni para mí, como también lo son su mujer Teresa y su hijo Diego, quienes me tratan con todo el cariño del mundo cada vez que voy a Madrid, donde me tratan como a una hija o una hermana más. 


Celebrando gran entreno (2x10x1000 rec 50´´ y 2´- todos a 3.15)

El año que comencé con Dioni fue especialmente duro. Si bien había dejado, al menos aparentemente, atrás mis problemas de espalda, en lo existencial todo se complicó un poco. Mi padre lidiaba su batalla contra un cáncer de pancreas a los 60 años. Yo tenía que compaginar la terapia de rehabilitación de mis espalda con los viajes a la residencia hasta que al final mi padre falleció. Dioni fue en todo momento mi psicólogo a la par que entrenador. No resultaba fácil la rehabilitación así, ni entrenar ni recuperarme. Para colmo, ese año fallecieron otras dos personas de mi familia: un hermano pequeño de mi padre y un primo mío. Todos por culpa del cáncer. 

Dioni y yo comenzamos a trabajar días después de fallecer mi padre. Hubo momentos en que  pudo parecer que había encontrado en Dioni la figura de mi padre ya desaparecido. Nos habíamos conocido en el Campeonato de España de 10.000m de ese año. Fue en Avilés. Hablamos y comenzamos a trabajar en abril... y hasta hoy. 


Pendiente a sus sabias palabras

En estos 6 años transcurridos he encontrado en él a un profesional total y absolutamente preparado, que sabe a la perfección lo que tiene entre manos, lo que hace y lo que se propone hacer con sus atletas. Además, como podréis deducir de todo lo anterior, es mucho más que eso, al menos en mi caso, pero, por todo lo que le conozco, puedo dar fe de que así ha sido con todos sus atletas. 

Ahora andamos de la mano en nuestro proyecto de coger el tren para los Juegos de Río 2016. En no mucho tiempo volveremos a reunirnos para exprimir mi cuerpo y mi mente en la altitud de Navacerrada. Allá arriba pasaremos varias semanas dándolo todo para intentar que el sueño se torne realidad. Ya lo dije hace unos días: es tremendamente difícil, pero, por supuesto, no imposible. El camino está ahí delante. Es una garantía para mí recorrerlo con alguien como Dioni a mi lado. 

Además de todo el tiempo empleado en preparar a algunos de los mejores atletas que ha dado España, Dioni se ha dedicado a impartir clases como Profesor Titular del Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la U.A.M., así como Profesor de Bachillerato y Enseñanza Secundaria Obligatoria en diferentes centros de la red pública de la Comunidad Autónoma de Madrid. Además de su pupila y amigo, me considero una de sus alumnas más fieles y apegadas a él. 


Haciendo series de 4.000m

En estos momentos Dioni no prepara a más atletas que a mí. Por ello me considero una privilegiada al ser para mí un honor que centre todos sus esfuerzos en entrenar y preparar a alguien como yo. Tengo mil motivos para estarle eternamente agradecida. 

miércoles, 11 de febrero de 2015

La dieta. Mi dieta

Hace unos días publiqué en mi perfil de facebook una foto, acompañada de un texto, en la que salían algunos de los productos que conforman mi dieta. La entrada dio para algunos comentarios, unos en tono de broma, otros con la finalidad de animar, otros eran por curiosidad por conocer en qué consistía la dieta. 


Como ya sabéis, este año me he marcado un objetivo deportivo bien claro y definido: el Maratón de Berlín, que se celebra el próximo 27 de septiembre. Cuando escribo esto todavía quedan 32 semanas, 3 días, 0 horas, 35 minutos y siete, seis, cinco, cuatro ...segundos. Es mucho tiempo aún el que hay por delante. En tanto tiempo hay que cuidar todo al detalla, no sólo durante la preparación específica, que desarrollaré en Navacerrada en pleno verano. 

Si bien durante ese periódo específico llevaré a cabo los entrenos más enfocados a conseguir una marca que pueda significar mínima olímpica, también es cierto que desde ya es imprescindible trabajar duro para sentar las bases, los cimientos, a fin de que en esos últimos tres meses mis músculos, mi cabeza, mi corazón, mis pulmones y mi espíritu sean capaces de aguantar y asimilar tanto y tan duro trabajo. Y no todo el trabajo se hace en zapatillas, mallas y camiseta, no. Para conseguirlo, o para acercarme al sueño, el trabajo requiere de las 24 horas del día, en las comidas, durante el sueño, durante cada minuto de cada hora. El más mínimo detalle cuenta.

...y la dieta es un factor clave, pues gracias a lo que ingerimos somos capaces de movernos, de correr, de entrenar, de aguantar las cargas y conseguir los efectos que pretendemos con los entrenamientos que Dioni me programa. 

En Navacerrada en 2011,con Dioni al pie del cañón

Mucha gente me dice que con todo lo que yo corro y todo el ejercicio que hago debería comer lo que me diera la gana porque lo quemo. Tal vez sí, pero no se trata sólo de quemar, sino también de dar al cuerpo la energía y los nutrientes necesarios para que cada engranaje, para que cada pieza funcionen a la perfección. No es tan fácil, y menos cuando la madre naturaleza te regala ciertas restricciones en forma de alergias e intolerancias alimentarias. 

Es probable que si yo no fuese atleta jamás me habría dado cuenta de los problemas que ciertos alimentos causan a mi organismo. Al entrenar tan duro y exigente llega un momento en que ves que algo falla, que falta algo y comienzas a preguntar, a indagar, a estudiar tu cuerpo. Tras muchas pruebas motivadas por problemas digestivos, dimos con la clave de que tengo intolerancia a diecinueve, SÍ, 19, alimentos. Entre ellos se encuentran la lactosa, la levadura, el huevo, las espinacas, plátano, melón... Claro, así resulta complicado preparar un maratón y cuadrar las cargas de hidratos con otros alimentos. 

Hicieron falta muchos años de médicos y estudios para adaptar mis cargas y que no tuviese ningún déficit nutricional. A conseguirlo me ayuda la suplementación ofrecida por Powergym. 

Después del maratón necesitaba un respiro psicológico. Me dijeron que volviera a introducir alimentos de forma progresiva ... pero no los tolero, así que quiero volver a repetir desde ya aquella dieta para que esté todo listo en el momento de subir a Navacerrada. Ya estoy manos a la obra, pues comprobé que la mejoría es muy grande. 

A grandes rasgos, esos son los motivos que me llevan a tener una dieta tan estricta y restrictiva. De forma paulatina o iré dejando muestras de la misma. Tal vez incluso alguna recetilla ...


jueves, 5 de febrero de 2015

Un día con Bea Molina

Yo creo que todos tenemos claro que el atletismo es un deporte duro y exigente. Gratificante y bello, por supuesto, pero exige mucho, sobre todo según de qué niveles estamos hablando. Es muy difícil, extremadamente complicado, llegar a lo más alto en nuestro deporte. De hecho, muy pocos lo consiguen y pueden vivir de ello. Muchos admiran a los súper élite, a los que ganan carreras, baten récords y consiguen medallas olímpicas. Ellos son unos pocos elegidos entre una masa de millones de personas que cada día salen a correr, lanzar o saltar. 

Sin embargo, muchas veces hemos leído u oído a esos atletas decir que admiran a los esforzados corredores populares que, tras pasar todo el día trabajando, al llegar a casa se calzan las zapatillas y se van a entrenar. Además, muchas veces con muy buenos resultados y marcas. Estoy con ellos. En mi día a día me encuentro a muchas personas que aprovechan cualquier resquicio del día, entre tanto ajetreo, para poder dar rienda suelta a sus ansias de correr, de adentrarse en el túnel que supone para nosotros sentir el aire rozar nuestro cuerpo, en esa especie de burbuja de paz y libertad que sentimos cuando hacemos algo que tanto nos gusta y nos apasiona. 

Ayer, comentando con amigos, caí en la cuenta de que esa es un poco, o un mucho, mi vida: un no parar, un constante y contínuo movimiento y ajetreo desde que me despierto hasta que vuelvo a caer exhausta en brazos de Morfeo. 

De forma habitual, en casa nos levantamos a las 7.30 a.m. Preparamos el desayuno, que disfrutamos juntos, y llevamos a Iris al cole a las 8.45. Iris es nuestra hija (de Gaspar y mía). Ya os hablaré de ella. Gaspar es mi marido y también os hablaré de él.

Tras dejarla en el cole me tomo mi café y a las 9.30 imparto en la clínica (Caresport, de la que por supuesto os daré cumplida información) clase de pilates. Aunque suelo terminar muy cansada, tras la clase tengo mi sesión de entrenamiento. Ayer, por ejemplo, hacía muy mal día y, como vengo de una neumonía, no salí a la calle y me metí 70 minutos de elíptica con cambios de ritmo cortesía de Mr. Dioni. Él es el míster y, aunque muchos le conocéis, tendrá su apartado en este rincón. 



Menos mal que al llegar a casa me encuentro la comida hecha, pero no porque se haya cocinado sola ni porque tenga a nadie que me la prepare, sino porque la dejé preparada la noche anterior. Como y voy a dar otra case de pilates. A las 16.30 voy rauda y veloz a recoger a Iris del cole y nos vamos a la consulta, donde ella aprovecha para hacer los deberes mientras papá y mamá siguen currando. Mi última clase acaba a las 19.30, cuando me voy a doblar. No es que me doble como un árbol caído, sino que me toca mi segunda sesión de entrenamiento del día. Al acabar, recojo a Iris y vamos para casa. 

Preparo la cena, a la par que la comida del día siguiente, y comemos ella y yo, momento que aprovecho para jugar con ella e interrogarla para conocer sus inquietudes y desvelos. Así no se me escapa nada. 



Normalmente intento estar en la cama a las 22 horas, tras dejarle a Gaspar su cena preparada para que cuando vuelva la tenga lista, que él echa muchas horas el pobre. Aunque suelo caer rendida, a veces no paro de dar vueltas. Dos veces a la semana, tras la cena saco una manta y me doy mi clase de pilates rehabilitación, que me viene fantásticamente bien. 

Así son 24 horas con Bea Molina. Aaahhh, se me olvidaba: cuando estoy preparando específicamente un maratón todo se complica un poco más y se hace un pelín mas duro ...Cuando llegue el momento os daré detalles. 

Aunque yo llevo una vida muy ajetreada, también me siento muy bien por lo equilibrada que es, algo que me ayuda a salir adelante cada mañana. No obstante, también he de confesar que tener el apoyo de firmas como Powergym, con sus suplementos y productos, suponen un valor añadido y una garantía de que cada entreno, cada competición, los podré realizar con a full de energía y de ganas.